Entre el arte y la locura...(II)

>> sábado, diciembre 15

La tarde/noche de este viernes sangriento fui con dos amigas (Yane y Kari) a ver una muestra de pintura en la Biblioteca Nacional del Perú. Esta muestra era de dos pacientes del Hospital Psiquiátrico Larco Herrera entre los años 1930 y 1940. Me gustaron ambas pero quedé impresionado con el denominado "Maestro de las calaveras" (denominación dada por el curador de la muestra al paciente anónimo).

maestro calaveras 8

maestro calaveras 10

Intenté ir sin mucha espectativa...pero debo confesar que al entrar y ver los primeros cuadros lo que esperé ver fue "arte"... muy a pesar de la descripción de entrada que riteraba el valor clínico de la muestra.

Las 10 pinturas del "Maestro de las Calaveras" estaban dispuestas de manera que parecía cronológica, que empezaban con una imagen del autor (una calavera) con un bebé en brazos, y seguía un recorrido que terminaba con las dos pinturas arriba mostradas. Es decir con la muerte (a manos de un psiquiatra) y una última de una procesión de calaveras llevando a un Cristo vivo.

Hasta allí todo normal, hasta que Karina me propuso una explicación acerca de que el pintor se veía asi mismo como un muerto y que a los psiquiatras también. Le explique mi posición de que era sólo la manera como a él lo veían, y que era eso lo que representaba. Segundos después me di cuenta que la observación del curador era una opinión tan válida como la de Karina y la mía. Y más allá de eso me di cuenta como empezaba a proyectar muchas de mis opiniones personales (como no me ocurría hace mucho) y buscaba un caracter artístico, más allá de las obvias razones para dudar por completo de la intencionalidad artística del pintor.

Mientras veía las series de desnudos y textos del otro paciente oí en la sala del costado un concierto, y una cantante hacía retumbar todo con una hermosísima versión de "Paris Le nuit" de Edith Piaff ... recordé muchas cosas, evoqué desde mi infancia y los días en que mi mamá escuchaba tanto a Edith. Volví entonces a las pinturas de la Calaveras, me imaginé como las pintaba en medio de un sin número de paroxistas mezclas, me sentí tan pequeño, casi anulado, y luego finalmente devuelto a la realidad... entendiendo las pinturas como parte de la diversidad de la creación humana. De como lo formalmente distinto pone una capa tan delgada que asumimos real y enorme, pero cuyo traspaso requiere de un conocimiento personal inmenso.

Yendo a casa le explicaba a Yane como cambió mi percepción en plena sala. Como la mirada de Karina y la mía se fundían en algo tan extraño como la suya propia... y como finalmente todo este ejercicio nos transparentaba.

Finalmente salí , sin habérmelo propuesto, con un valor más allá del clínico, o el que yo suponía artístico, con el valor humano de las diferencias.

FIN DELPOST.

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